Un millón de argentinas está en riesgo de quedarse sin anticonceptivos por la pandemia

La pandemia de covid-19 pone en riesgo la posibilidad de tener una sexualidad plena y protegida. Al inicio del confinamiento, el mensaje fue no acudir a los servicios salud salvo que fuera estrictamente necesario y, al mismo tiempo, en el imaginario colectivo, los anticonceptivos no suelen estar incluidos en la categoría de servicios de emergencia. Por eso, ahora en Argentina, un millón de mujeres corre el riesgo de no poder conseguir sus anticonceptivos, según un informe del Fondo Mundial de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés). Un 65% lo perderán por verse afectados sus ingresos familiares y el 35% por dificultades para obtenerlos en los servicios públicos de salud, ya sea porque estos no funcionan, porque quedan desabastecidos o porque registran una disminución en la demanda por temor al contagio.
“Las chicas no se acercan a la salita de salud del barrio para buscar sus anticonceptivos por miedo al contagio de la covid-19”, observa Fernanda Moyano, promotora de salud y vecina en Haras Trujui, un asentamiento popular en Moreno, provincia de Buenos Aires. Es así, como se evidencia que la pandemia y el confinamiento tienen un impacto muy importante en el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva. Moyano confirma la información del informe con la experiencia de sus vecinas y comenta: “No les alcanzan los ingresos para comprar las pastillas en las farmacias. Muchas de las chicas con las que hablé ya están embarazadas. Otras cambiaron el método, por consejo de sus amigas, sin preguntar a un especialista”.
La presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), Mabel Bianco, sugiere que, al principio del confinamiento, las mujeres no se animaban a salir por si las fuerzas de seguridad las paraban y les decían que no era posible circular para solicitar atención en los centros de salud por métodos anticonceptivos. “Esto afectó a las más jóvenes y es algo sobre lo que las organizaciones de la sociedad civil intentamos generar conciencia”, dice Bianco. Algo similar comenta María Ángeles Hualpa, que es referente del barrio 14 de febrero, ubicado en Longchamps, provincia de Buenos Aires. Ella cuenta que la salita comunitaria trabaja a pulmón, pero algunas veces no tiene suficientes fármacos para dar respuesta a la demanda. “Te dan lo que tienen en el momento. Las píldoras anticonceptivas y la pastilla del día después es difícil encontrarlas porque no suele haber”, relata.
Según UNFPA, el mayor impacto se registra en el acceso a los métodos de corta duración como los preservativos, los anticonceptivos orales y los inyectables. En Argentina, el 81% de las usuarias utilizan este tipo de tratamientos, mientras que la media regional es de 57%. Moyano considera que los anticonceptivos orales son el método más utilizado por sus vecinas porque necesitan algo práctico y rápido. Dice que muchas son madres y no tienen tiempo de ir a los centros de salud. Por eso, no optan por los dispositivos intrauterinos (DIU).
Según Mariana Isasi, oficial de enlace UNFPA Argentina, los métodos de larga duración no están extendidos por cuestiones culturales. “Hay muchos prejuicios”, señala. En este sentido, Sol East, oficial en derechos sexuales y reproductivos de UNFPA Argentina considera muy importante sumar proveedores de salud que brinden información de manera correcta y en lenguaje claro. Comenta: “Más allá de la situación de aislamiento, las personas siguen teniendo sexo y hay que darles acceso a información y a métodos anticonceptivos”.
Valeria Isla, coordinadora general del Plan ENIA y directora nacional de salud sexual y reproductiva de la Secretaría de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud argentino considera que la pandemia impactó en los programas que llevan adelante porque tuvieron que disminuir las prestaciones directas en los territorios. De todas formas, asegura que reforzó la distribución de métodos anticonceptivos en 5.200 centros de salud. “La pandemia afectó a distintos proveedores de insumos en toda la región. Un insumo con el que hubo problemas desde principio de año fue el preservativo y el otro es el anticonceptivo inyectable. El primero tuvo demoras en la entrega. En el segundo método, las fábricas se vieron impactadas y también tuvieron demoras en la distribución”, dice Isla.
La pandemia no solo afectó el funcionamiento del plan, sino que también perjudicó el contacto de los adolescentes con sus referentes afectivos y simbólicos, según la coordinadora técnica del Plan ENIA, Silvina Ramos. Además, perdieron los espacios presenciales de educación sexual integral. Ramos asegura que se desarrollaron algunas estrategias mitigadoras de estas dificultades, promoviendo asesorías virtuales para que no pierdan contacto y tengan un vehículo de información, asesoramiento y contención. Desde el Plan ENIA, se trabajó en una estrategia comunicacional a través de redes sociales para facilitar el acceso a servicios. “Declaramos la anticoncepción y el acceso a la ILE como servicios esenciales”, destaca Ramos.
Entre las prioridades a trabajar una vez que pase la pandemia, Ramos señala: “Vamos a tener que volver a abrir ampliamente las puertas de los servicios de salud, para que los y las adolescentes vuelvan a confiar y encuentren allí un lugar de respuesta a sus necesidades. Vamos a tener que trabajar con más fuerza aún en la detección temprana del abuso sexual y embarazo forzado. Está comprobado que en situaciones como las que estamos viviendo la violencia aumenta. Otra prioridad será reconstruir la trama de vínculos entre los agentes del Plan ENIA y la población”, concluye.
- Fuente: El País