¿Comer la placenta aporta algun beneficio a las madres?

Para la mayoría de las personas la idea de ingerir la placenta tras el parto puede parecer repugnante pero numerosas especies mamíferas lo hacen porque proporciona nutrientes y hormonas que aceleran la recuperación tras el parto. Las mujeres que se comen la placenta suelen cortar un trozo limpio y batirlo mezclado con un zumo natural aunque en Estados Unidos está extendido deshidratarla y convertirla en píldoras, ya que entre ciertos sectores se ha extendido la creencia de que ayuda a prevenir la depresión postparto habiéndose puesto de moda entre las celebridades. Pero, ¿hay realmente bases biológicas que conviertan la ingesta de la placenta en beneficioso para las madres? Los especialistas no se ponen de acuerdo.
El Dr. Sergio Sánchez, Director del Centro Canario de Investigación Perinatal asegura desde hace años que el batido de placenta tiene grandes beneficios para la madre desde el punto de vista nutricional y médico. Contiene hormonas que producen un efecto muy beneficioso en la madre recién parida como la vitamina K, que ayuda a que no se produzcan hemorragias tras el parto. También está presente una hormona llamada lactógeno placentario humano (HPL), que estimula la lactancia, y las hormonas hipofisiarias que se está investigando si podrían reducir de forma considerable el riesgo de depresión tras el parto. Sánchez asegura que la placenta es un nutriente que la naturaleza ha preparado para que, tras el parto, sea un alimento de enorme utilidad para la madre y mejore su recuperación, la ayude a iniciar la lactancia y le proporcione medicamentos naturales perfectos para su estado si ella está sana.
Sin embargo, no todos los especialistas coinciden en los beneficios de ingerirla. El ginecólogo Martín González Jareño apuntaba esta semana en el diario El País que le parecía una «tontería» que se considerase que servía para superar la depresión posparto. «Durante la gestación actúa como el hígado, el riñón y los pulmones del feto y sabemos de su gran contenido en ácido hialurónico y colágeno, ampliamente utilizado en cosméticos antiedad. Y hay ensayos exitosos aplicando sus células madre para regenerar el hígado y combatir el cáncer de mama”, apunta. “Pero desconocemos los efectos que produce su digestión. Todo son conjeturas y, desde luego, que sean eficaces para prevenir la depresión postparto parece una tontería mayúscula”, afirma.
Una nueva revisión de la Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois, Estados Unidos, de diez estudios de investigación publicados sobre placentofagia no ha encontrado ningún dato humano o animal que apoye la idea de que comer la placenta, ya sea cruda, cocinada o encapsulada. No hay ninguna evidencia científica de que ofrezca protección contra la depresión postparto, reduzca el dolor tras el alumbramiento, aumente la energía, ayude con la lactancia, promueva la elasticidad de la piel, mejore la vinculación materna o reponga el hierro en el cuerpo. «Hay una gran cantidad de informes subjetivos de mujeres que perciben beneficios, pero no ha habido ninguna investigación sistemática que analice los beneficios o el riesgo de la ingestión de la placenta«, destaca el autor del estudio, Crystal Clark, profesora asistente de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Northwestern.
«Las mujeres que eligen la placentofagia deberían ser más cuidadosas con lo que meten en sus cuerpos durante el embarazo y la lactancia, ya que están dispuestas a ingerir algo sin evidencia de sus beneficios y, lo más importante, de sus riesgos potenciales para ellas mismos y sus lactantes», señala la psicóloga Cynthia Coyle, también autora del trabajo y miembro de la Facultad Feinberg de Medicina de Northwestern. No hay regulaciones sobre cómo se almacena la placenta y se prepara, y la dosificación es inconsistente -apunta Coyle-. Las mujeres realmente no saben qué están ingiriendo». Según esta experta, se necesita investigación para proporcionar respuestas.
- Fuente: El País, Bebés y Más, La Razón
- Foto: rabble