El buen funcionamiento de la tiroides es clave en el embarazo

Alrededor del 10% de la población mundial padece algún trastorno tiroideo. De ellas, la incidencia es mayor en mujeres, en una relación de 4 a 10 por un hombre afectado, y la prevalencia aumenta con la edad; así, del 15 al 20% de las mujeres de 60 años podrían tener hipotiroidismo. Ante ello, los organismos médicos relacionados hacen un llamado especial a las mujeres embarazadas y de edad mayor, quienes son más propensas a desarrollar la enfermedad, por lo que deben mantener un control médico periódico para detectar cualquier cambio.
Es básico que las mujeres que deseen ser madres, dentro de la valoración preconcepcional y durante el embarazo, lleven un seguimiento detallado del funcionamiento de la glándula, a través de las pruebas indicadas por los profesionales. La alteración de la función tiroidea puede dificultar el que la mujer quede embarazada, en especial el hipotiroidismo, que genera alteraciones en la ovulación, irregularidad menstrual y poca posibilidad de gestación, debido a una consecuencia de infertilidad. Ahora bien si la paciente se queda embarazada y tiene algún problema de tiroides, sin un tratamiento apropiado, corre un alto riesgo de presentar aborto, muerte fetal e hipertensión inducida por el embarazo. Esta enfermedad también puede ocasionar anemia, preeclampsia, y que nazcan bebés con bajo peso, además de otras anomalías.
En el caso del hipertiroidisma, exceso de esta hormona, no se presentan tantos trastornos de esterilidad, como en aquellas que padecen hipotiroidismo, y la paciente se puede embarazar normalmente, pero sí se da cierto retraso en el crecimiento del feto y un aumento en la contractilidad del útero, con un mayor riesgo de partos prematuros y abortos.
Hay que saber que los síntomas de la enfermedad tiroidea varían de una persona a otra, y se confunden en situaciones como el embarazo, la menopausia o la depresión, por la forma cómo se manifiesta; sin embargo, si existe un desorden en la función de la glándula es posible que, según el tipo de alteración, se den marcadas subidas o bajas de peso, agotamiento, resequedad en la piel, sudoración excesiva, irritabilidad, cambios en la temperatura corporal y trastornos menstruales, entre otra sintomatología.
La tiroides es una glándula en forma de mariposa, muy pequeña, que no supera los 20 gramos de peso. Está ubicada en la parte inferior del cuello, requiere de yodo para la formación de las hormonas tiroideas y su acción depende de la hipófisis, otra glándula localizada en el cerebro. Ella es la responsable de la producción de hormonas que controlan el equilibrio cardiovascular, el metabolismo, y el crecimiento del organismo. Además, determina cómo se obtiene la energía de los alimentos que se consumen, y define el nivel de productividad de las personas; por ello, es posible que si se ha alterado su función, la persona se muestre sin ánimo frente a sus actividades diarias.
- Fuente: El Tiempo
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