El consumo excesivo de fructosa en el embarazo daña la placenta y provoca estrés oxidativo en los fetos

La fructosa se utiliza para fabricar el sirope de maíz rico en fructosa (HFCS, en sus siglas en inglés), el cual se usa para edulcorar gran variedad de alimentos y refrescos azucarados. El consumo excesivo de estos alimentos, y por tanto de fructosa, se ha relacionado con la aparición de enfermedades como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Por otro lado, diversos estudios experimentales y epidemiológicos han confirmado que lo que suceda durante la gestación repercute en los problemas de salud que la descendencia pueda desarrollar en su vida adulta. De entre estos factores que pueden afectar a la salud de la descendencia, quizás el más influyente sea la alimentación de la madre. De hecho, en estudios anteriores, se ha demostrado que la ingesta materna de fructosa líquida produce en los fetos una señal defectuosa de la hormona leptina y una acumulación de triglicéridos en el hígado. Sin embargo, a pesar de todo esto, el consumo de bebidas azucaradas con fructosa no está desaconsejado en el embarazo.
Está ampliamente comprobado que la ingesta de fructosa induce una situación de estrés oxidativo, el cual se ha relacionado con diversas enfermedades tales como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y el síndrome metabólico. Por ello, un equipo de investigadores españoles han investigado si el consumo materno de fructosa modifica el estado oxidativo en ratas gestantes y en sus fetos. El estudio se ha publicado en la revista Molecular Nutrition Food Research.
Para averigüarlo utilizaron tres grupos de animales gestantes: uno de ellos bebió una solución que contenía fructosa (al 10%) a lo largo de toda la gestación. Y los otros dos grupos, bebieron solamente agua o bien una solución con glucosa (10%). Este último grupo nos ayudaría a demostrar que los efectos observados eran específicos de la fructosa. Los tres grupos se alimentaron por igual con comida estándar para animal de laboratorio. Mientras que las madres que bebieron fructosa presentaron un nivel bajo de oxidación de lípidos en plasma, sus fetos mostraron unos niveles altos de peroxidación lipídica tanto en el plasma como en el hígado. La placenta de gestantes que tomaron fructosa presentaba estrés oxidativo y una menor cantidad de hemo oxigenasa 1 (HO-1), una potente proteína antioxidante. Todos estos efectos adversos eran exclusivos del consumo de fructosa, ya que no se observaron en los otros dos grupos experimentales. Así pues, la ingesta materna de fructosa produce un daño oxidativo en la placenta provocado por una reducción en la defensa antioxidante HO-1, que sería responsable del estrés oxidativo encontrado en sus fetos. Estas importantes alteraciones encontradas en la placenta y en los fetos aumentarían el riesgo de que la descendencia pueda desarrollar enfermedades metabólicas en su vida adulta.
El propósito del estudio es concienciar a la sociedad en general, y a las mujeres embarazadas en particular, de que disminuyan el contenido de fructosa en su dieta, mediante un consumo preferente de comidas y bebidas de origen natural, frente al de comidas procesadas y refrescos que contienen HFCS, para conseguir prevenir los efectos claramente negativos de una dieta rica en fructosa y mejorar la salud, no sólo de la madre sino, también, de sus hijos.
- Fuente: Genética Médica
- Foto: Hernán García Crespo