La lactancia reduce las recaídas en las pacientes con esclerosis múltiple

Entre el 20 y el 30% de las mujeres con esclerosis múltiple experimentan una recaída tres o cuatro meses después de dar a luz. Ni siquiera los tratamientos más modernos han sido capaces de reducir ese riesgo. Sin embargo, parece que alimentar a los bebés únicamente dándoles el pecho, sin alimentación suplementaria, no sólo no incrementa el riesgo de sufrir nuevos brotes, sino que los reduce significativamente y parece tener un efecto protector. Así lo asegura un trabajo publicado en “JAMA Neurology”, que ha seguido a 201 mujeres con esclerosis múltiple recurrente remitente durante su embarazo.
Hasta ahora, los trabajos que abordaban el riesgo de recaída durante la lactancia eran contradictorios. Unos pocos apuntaban a un posible efecto protector. Pero no faltaban otros que no conseguían confirmar este efecto, aunque la mayoría de estos últimos eran retrospectivos, es decir, basados en la memoria de las mujeres participantes y por ello, con poco control de los datos. Según los autores, uno de los puntos fuertes de este nuevo estudio es el número de participantes; y otro, precisamente el hecho de ser prospectivo y llevar a cabo un amplio seguimiento de las voluntarias desde el inicio de su embarazo, que se hizo de forma periódica cada tres meses.
De las 201 mujeres participantes, 120 (59.7 por ciento) alimentaron a los bebés mediante lactancia materna exclusiva durante al menos dos meses, 42 mujeres (20,9 por ciento) combinaron la lactancia materna con alimentación suplementaria dentro de los dos primeros meses después del parto, y 39 mujeres (19,4 por ciento) no amamantaron. La mayoría de las mujeres [178 (88.6 por ciento)] había utilizado terapia modificadora de la enfermedad (DMT) agentes antes del embarazo.
Los resultados muestran que 31 mujeres (38,3 por ciento) del grupo que no amamantaron exclusivamente tuvieron una recaída dentro de los primeros seis meses después del parto en comparación con las 29 mujeres (24,2 por ciento) que alimentaron a sus hijos únicamente dándoles el pecho durante al menos dos meses.
En concreto, lo que prueba el estudio es que amamantar a los bebés, sin utilizar alimentación suplementaria, durante los dos primeros meses reduce significativamente el riesgo de recaída durante los seis siguientes al parto, en comparación con las mujeres que no amamantan exclusivamente y utilizaban suplementación. Y es que una vez introducida la alimentación suplementaria, retorna la actividad de la EM, que parece dar una tregua durante el periodo de lactancia.
Entre las posibles explicaciones, los investigadores alemanes apuntan a que la falta de ovulación que tiene lugar durante la lactancia juegan un papel clave. Se apoyan para ello en la observación de que el diagnóstico de esclerosis múltiple suele realizarse durante los años fértiles y se da con menos frecuencia antes de la menarquia o después de la menopausia. Además, argumentan, las mujeres con EM es más probable que experimenten una recaída inmediatamente antes de la menstruación.
Según explican, durante el ciclo menstrual se experimentan cambios en el nivel de citoquinas, las proteínas que regulan el sistema inmune. Entre las que aumentan se encuentra el factor de necrosis tumoral, que se sabe que tiene un efecto proinflamatorio en la EM. Y según un estudio piloto, el retorno de la menstruación, tras finalizar la lactancia, va asociado al aumento del factor de necrosis tumoral.
Los autores señalan que el efecto de la lactancia materna exclusiva “parece posible” ya que la enfermedad se volvió activa de nuevo en la segunda mitad del año después del parto en las mujeres que amamantan exclusivamente, lo que corresponde a la introducción de la alimentación complementaria y el retorno de la menstruación. La introducción de la alimentación con fórmulas regulares o alimentos sólidos a un bebé conduce a un cambio en el estado hormonal de la madre dando como resultado el retorno de la ovulación.
- Fuente: ABC
- Foto: Daniel Peinado