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La falta de vitamina D y la contaminación, factores que aumentan el riesgo de demencia

Adamed Mujer en 17/10/2016 - 10:00 am en Enfermedades

Dos terceras partes de las personas que sufren demencia son como consecuencia de factores genéticos, hipertensión arterial en la mediana edad, del tabaquismo, de la diabetes, de la obesidad, de la depresión y de un bajo nivel educativo. Sin embargo, hasta un tercio de los factores de riesgo de la demencia aún no han sido identificados. De ahí la importancia de un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Investigación de la Demencia ‘Alzheimer Escocia’ de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), en el que se han revisado todas las evidencias publicadas hasta el momento para tratar de hallar estos factores ‘ocultos’.

Como explica Tom Russ, director de esta investigación publicada en la revista BMC Geriatrics, «el objetivo último es prevenir o retrasar la aparición de la demencia. Y en este contexto, los factores de riesgo constituyen una importante y nueva área a tener en cuenta, especialmente desde que podríamos tener la capacidad de hacer algo con ellos». Cada vez es mayor el número de médicos que defienden que una proporción significativa de los casos de demencia podrían evitarse o retrasarse tratando los factores ambientales asociados a la enfermedad. Sin embargo, aún no se sabe cuál es el peso que tienen los factores de riesgo ‘supuestamente’ confirmados –ni siquiera los genéticos– en el desarrollo de la demencia. Y además, hay una tercera parte de los factores que ni siquiera han sido identificados, muchos de los cuales podrían estar ‘condenándonos’ a diario a un mayor riesgo de padecer la enfermedad.

Concretamente, el nuevo estudio indica que la exposición a la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de demencia. Y de la misma manera, que la falta de vitamina D también se asocia a una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad. Pero aún hay más. Si bien las evidencias no resultan tan concluyentes, también cabe la posibilidad de que la exposición a ciertos pesticidas y los niveles excesivos de minerales en el agua potable contribuyan a la aparición de la enfermedad. Sin embargo, ninguna de las evidencias halladas, tampoco en el caso de la polución y de la carencia de vitamina D, son concluyentes.  ·En el estudio hemos encontrado que la evidencia es especialmente consistente para la contaminación atmosférica y la deficiencia de vitamina D. Pero aun así necesitamos más investigaciones para determinar si realmente estos factores causan la demencia y cómo».

En definitiva, la lista de factores de riesgo ambientales de demencia aportada por los autores es corta –solo contiene cuatro posibles desencadenantes– y no está suficientemente contrastada. Pero constituye un primer paso, y muy importante, para una mejor prevención de la enfermedad. Como concluye Jim Pearson, investigador de ‘Alzheimer Escocia’ que no ha participado en el estudio, «este trabajo de investigación mejora de forma substancial el entendimiento y comprensión de los factores ambientales que aumentan el riesgo de desarrollo de demencia y nos ofrece la base para futuras investigación más dirigidas en esta área».

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