Las siete pruebas médicas que deben hacerse todas las mujeres en función de su edad

Existen toda una serie de pruebas médicas que debería hacerse toda mujer, con independencia de los exámenes físicos y los análisis de sangre y orina que practican todos los médicos de cabecera de forma rutinaria. Pese a que la mejor forma de atender a los pacientes son los diagnósticos personalizados, elaborados por el médico de cabecera en función de unos síntomas por los cuales se acude al médico, hay una serie de pruebas estandarizadas que son imprescindibles a partir de cierta edad.
La medicina preventiva será siempre la forma más efectiva de mantenerse sano. En enfermedades como el cáncer esto es evidente: la mitad de las muertes se evitarían dejando de fumar, bebiendo con moderación, manteniendo un peso saludable y practicando un poco de ejercicio. Pero, pese a que se mantengan unos hábitos de vida saludables, hay una serie de chequeos que no se pueden saltar por alto.
- Examen de mamas. Este tipo de pruebas son fundamentales para detectar cualquier anomalía que se produzca en los pechos de la mujer. Existen dos tipos: el examen clínico, y la autoexploración, que se lleva a cabo en casa. Aunque el cáncer de mama es poco frecuente en mujeres con edad inferior a los 30-35 años, los ginecólogos realizan de forma rutinaria esta prueba en sus revisiones anuales a todas sus pacientes, palpando las mamas y las axilas en busca de alteraciones en las mismas. A partir de la menopausia se recomienda a todas las mujeres que busquen protuberancias en sus propios pechos, más o menos tres o cinco días después del comienzo del periodo, cuando las mamas no están tan sensibles, y mantengan esta costumbre todos los meses.
- Mamografía La mamografía es la prueba más eficaz para diagnosticar precozmente el cáncer de mama, ya que es capaz de detectar las lesiones mucho tiempo antes de que puedan ser descubiertas por una misma o por el médico. La prueba es una radiografía de la mama realizada con un aparato especial de rayos X que se ajusta al tamaño de esta. La mamografía sigue siendo la única forma de hacer un cribado masivo de este cáncer tan habitual. Hasta el año pasado, la American Cancer Society recomendaba que las mujeres se sometieran a una mamografía al año a partir de los 40; ahora conmina a llevarlas a cabo a partir de los 45 y solo hasta los 54. A partir de esta edad, los estudios se retrasarían a uno cada dos años.
- Test genético de cáncer de mama. Las pacientes portadoras de una mutación en los genes BRCA tienen un riesgo un 65% mayor de padecer cáncer de mama a lo largo de la vida. Este test genético descarta o confirma su presencia, que es hereditaria por vía materna y, aunque no es recomendable para la población general, sí es muy recomendable para todas aquellas mujeres con antecedentes familiares de la enfermedad. La más famosa portadora de este gen es la actriz Angelina Jolie, que anunció públicamente que se había sometido a una doble mastectomía preventiva, aunque hay que advertir que no todas las mujeres con el gen deben tomar una decisión tan drástica.
- Examen pélvico. Esta prueba que practican de forma rutinaria los ginecólogos a partir de los 13 o 15 años se compone de tres partes: el examen de la parte exterior de los genitales, o vulva; el análisis del interior con un espéculo; y un examen manual para palpar los órganos internos. En ocasiones, el médico puede acompañar la prueba de un examen rectovaginal. El examen es la mejor forma de detectar múltiples problemas como quistes, fibromas, y enfermedades de transmisión sexual. Se recomienda someterse a una prueba de este tipo una vez al año a partir de los 21, como parte de la revisión anual del ginecólogo.
- Citología vaginal. Este examen, también conocido como Prueba de Papanicolau, es la técnica más utilizada para detectar de forma precoz el cáncer de cuello uterino. Está considerada una prueba de cribado fundamental para reducir la incidencia y mortalidad de este tipo de cáncer. Se trata de una prueba sencilla, no dolorosa, que se realiza durante los exámenes ginecológicos rutinarios. Mediante una espátula se obtienen células del fondo de la vagina y del ectocérvix, y con un pequeño cepillo redondeado se toman células del interior del cuello. Todas estas muestras se mandan analizar en laboratorio. La AECC recomienda a las mujeres de entre 25 y 65 años, que sean o hayan sido sexualmente activas, que se sometan a esta prueba cada tres años.
- Examen para la detección del cáncer colorrectal. El cáncer de colon es el tercero más común, pero el segundo en mortalidad. Es por ello que resulta de vital importancia detectarlo de forma precoz. Aunque la colonoscopia es fundamental para realizar un diagnóstico definitivo, existe una prueba menos agresiva que cada vez se está aplicando más como primera barrera de cribado: el test de sangre oculta en heces (TSOH). Esta prueba se ha incluido en la cartera básica de servicios y es recomendable que la realicen todas las mujeres de entre 50 y 69 años.
- Densitometría osea. Esta prueba sirve para determinar la densidad mineral, o masa osea, de los huesos. Se realiza con un aparato especial de rayos x que permite conocer el estado de los mismos y así determinar el riesgo de fracturas y la posibilidad de padecer osteoporosis, una enfermedad caracterizada por una pérdida progresiva de calcio y un descenso de la masa ósea. La enfermedad es propia de las mujeres postmenopausicas, por lo que se recomienda pasar por este examen a partir de los 45 años o si se cumple con algún otro factor de riesgo como una menopausia temprana, antecedentes familiares, uso prolongado de corticoides o si se han sufrido fracturas por traumatismos menores.
- Fuente: El Confidencial
- Foto: Prevención Fremap