El riesgo de infarto e ictus disminuye al administrar la terapia hormonal en los primeros años de la postmenopausia

Con la llegada de la menopausia, las mujeres experimentan un aumento del riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Un incremento que se explica fundamentalmente por los cambios hormonales asociados a la interrupción definitiva del ciclo menstrual, sobre todo por la disminución de los niveles de estradiol. Tal es así que el inicio de la terapia hormonal puede ser determinante para disminuir este riesgo cardiovascular. De hecho, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad de California del Sur en Los Ángeles sugiere que la administración de la terapia hormonal durante los primeros seis años de la postmenopausia conlleva una menor progresión de la aterosclerosis y, por tanto, un menor riesgo de infarto e ictus.
Como explica Howard N. Hodis, director de este estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine, «en un contexto de décadas de investigación sobre terapia hormonal y degeneración vascular, nuestros resultados ofrecen una evidencia robusta de que los beneficios cardiovasculares de la terapia hormonal dependen del momento de su inicio. Nuestro estudio ofrece una ‘prueba de concepto’ y la primera evidencia directa alcanzada en la investigación con seres humanos de que la elección del momento de inicio de la terapia hormonal es imperativa para prevenir con éxito la progresión de la ateroesclerosis, esto es, la causa primara subyacente que conlleva a la presentación del infarto de miocardio y del ictus».
Para llevar a cabo la investigación los autores incluyeron a más de 600 mujeres que habían superado la menopausia y que no padecían diabetes ni ninguna enfermedad cardiovascular en dos grupos: postmenopausia temprana, en el que se incluyeron las participantes cuya última menstruación había tenido lugar hacía menos de seis años; y postmenopausia tardía, en el que el tiempo transcurrido desde la última menstruación era igual o mayor a 10 años. Como indica Howard Hodis, «la estratificación de las participantes en postmenopausia temprana o tardía es una característica exclusiva del ELITE. Creemos que la aplicación de nuestro diseño a las investigaciones posteriores sobre la prevención de la enfermedad cardiovascular puede resultar inmensamente fructífera para la salud femenina».
Posteriormente, las mujeres de ambos grupos fueron seleccionadas según un criterio aleatorio para recibir tratamiento con estradiol oral –acompañado o no de un gel vaginal con progesterona– o con placebo –combinado o no con un gel vaginal con placebo. Todas las participantes fueron sometidas cada seis meses a una medición del grosor íntima-media carotídeo –o GIMc, parámetro comúnmente empleado para evaluar la progresión de la aterosclerosis. Transcurridos cinco años desde el inicio de la terapia hormonal, las mujeres en el grupo de postmenopausia temprana que recibían tratamiento con estradiol –con o sin progesterona– mostraron una menor tasa de progresión del GIMc que las tratadas con placebo. Es decir, la tasa de deposición de placas de ateroma en sus arterias era significativamente más lenta en caso de la administración de estradiol.
Y llegados a este punto, ¿qué sucedió en el caso de las mujeres incluidas en el grupo de postmenopausia tardía? Pues que con independencia de que hubieran sido tratadas con estradiol o con placebo mostraron unas tasas de progresión del GIMc ciertamente similares. En definitiva, el estudio ELITE muestra la importancia de la administración temprana de la terapia hormonal con objeto de reducir el riesgo cardiovascular tras la menopausia. Y es que como recuerda Howard Hodis, «este concepto del momento de inicio de una intervención es aplicable a la mayoría de enfoques preventivos de la enfermedad cardiovascular en mujeres».
- Fuente: ABC
- Foto: Ricardo Liberato