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La importancia de diagnosticar la atrofia vaginal postmenopáusica

colpitis atrofica
Adamed Mujer en 11/08/2015 - 7:17 am en Destacados-2, Menopausia

A diferencia de los bochornos y sudores nocturnos que se resuelven espontáneamente en el tiempo, los síntomas atróficos que afectan a la vagina y al tracto urinario inferior son a menudo progresivos y frecuentemente requieren tratamiento. La prevalencia de sequedad vaginal aumenta a medida que la mujer avanza en los años postmenopáusicos, causando prurito, ardor y dispareunia, afectando así con frecuencia la actividad sexual. Sin embargo, a pesar de diversas opciones de tratamiento, seguros y eficaces, sólo una minoría de las mujeres busca consejo médico a este respecto.

Parte de esta renuencia se debe a la publicidad adversa a la terapia hormonal de reemplazo que ha tomado lugar en años recientes, que sugiere un aumento del riesgo de cáncer mamario, de enfermedad coronaria y accidente vascular encefálico. Pero, independientemente de si estos temores fueren o no justificados, el tratamiento local de la atrofia vaginal no se asocia a estos posibles riesgos de la Terapia Hormonal sistémica. La sequedad vaginal puede ayudar con simples lubricantes, pero el mejor tratamiento y el más lógico para la atrofia urogenital es el uso de estrógenos locales. Estos son seguros, eficaces y con pocas contraindicaciones.

La menopausia femenina y la falla ovárica que la acompaña resultan en múltiples cambios que afectan a casi todos los sistemas y órganos del cuerpo. Los bochornos y sudores nocturnos son conocidos universalmente como las características climatéricas más comunes. El tracto urogenital es especialmente sensible a la disminución de los estrógenos, y aproximadamente la mitad de las mujeres postmenopáusicas experimentará síntomas relacionados a la atrofia urogenital, afectando la función sexual y la calidad de vida. La atrofia vaginal se aprecia clínicamente 4 a 5 años después de la menopausia, y los cambios objetivos, además de quejas subjetivas, están presentes en un 25-50% de todas las mujeres postmenopáusicas.

La salud vaginal juega un rol crucial en la salud sexual,  y los estrógenos modulan el proceso hemodinámico involucrado en el ciclo de respuesta sexual. Cuando la atrofia vaginal es evidente, las mujeres menopáusicas pueden quejarse de sequedad vaginal y, cuando están sexualmente activas, pueden experimentar dolor con el acto sexual (dispareunia). Durante la actividad coital y no-coital, las mujeres pueden reportar cambios en la sensación genital, en la vasocongestión y en la lubricación, los que a su vez causan otros síntomas sexuales, tales como disminución del deseo  sexual, pobre respuesta excitatoria y orgásmica, y satisfacción sexual limitada.

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