Alimentación y diabetes
En la entrada de hoy de la serie Saludablemente, la nutricionista Clara Bretxa nos habla de cómo debe ser la alimentación de los pacientes con diabetes.
La alimentación es importante en la vida de todas las personas, sin embargo en la diabetes, es una parte fundamental del tratamiento, junto a la práctica de ejercicio físico y el uso de fármacos en algunos casos.
La alimentación recomendada para una persona con diabetes no difiere mucho de la que debería seguir la población en general –sana, variada y equilibrada-, pero aquí tiene un doble objetivo: mantener un peso adecuado y ayudar a reducir la glucosa en sangre.
Existen tres macronutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Su repartición debe ser individualizada pero, en general, podríamos decir que debería ser: un 50% en hidratos de carbono, un 30% en grasas saludables y un 20% en proteínas.
Los alimentos con hidratos de carbono son los que tienen influencia directa sobre la glucemia. Podemos dividirlos en dos subgrupos:
- hidratos de carbono simples (o azúcares): como el azúcar de mesa, la miel, frutas o zumos, leche, yogur, bebidas azucaradas, dulces o bollería.
- hidratos de carbono complejos (o harinas o almidones): presentes en los alimentos farináceos, como el arroz, la pasta, la patata, el pan, los cereales.
Tanto los azúcares como los almidones aumentan los niveles de glucosa en sangre, si bien los primeros lo aumentan de manera más rápida que los segundos. Por lo tanto, no es suficiente con reducir el aporte de azúcares de la dieta si queremos disminuir la glucemia, sino que también deberemos controlar la cantidad de almidones.
Es importante destacar que la forma integral de los cereales (arroz integral, pasta integral…) aporta mayor cantidad de fibra y esta fibra reducirá aún más la velocidad de absorción de estos hidratos de carbono, algo beneficioso para la glucemia.
Para concluir, y de manera general, podríamos repartir los siguientes grupos de alimentos así:
- verduras y hortalizas: de dos a tres raciones al día, una de ellas en forma cruda.
- frutas: de dos a tres piezas al día, evitando los zumos.
- lácteos: de dos a tres raciones al día, limitando el consumo de queso por su exceso en grasa y sal.
- alimentos proteicos: dos veces al día, preferentemente bajos en grasa y más pescado que carne.
- grasas: preferiblemente vegetales, como el aceite, los frutos secos o las semillas.
- harinas: en raciones pequeñas, en las comidas principales, en una proporción de un 25% del plato.
Con estos sencillos consejos podemos mejorar mucho la glucosa y el control metabólico en general.