¿Tiene algún efecto nutricional el alcohol?
En esta vídeo-píldora Saludablemente, la nutricionista Marta Calbo nos habla del alcohol, de consumo muy arraigado en nuestra sociedad pero sin beneficio nutricional.
El alcohol es un líquido sin color, formado por substancias que se pueden mezclar tanto en agua como en grasas. Existen diferentes tipos de bebidas alcohólicas, diferenciadas por su graduación, es decir, su cantidad de alcohol.
Se consideran de baja graduación las fermentadas, como la cerveza, el vino o la sidra. Tienen entre 3,5 y 15 grados, es decir, de 35 a 150 mililitro por litro de bebida. Las bebidas destiladas como los licores o los aguardientes, tienen más graduación, llegando hasta los 45 grados. Son, por ejemplo, la ginebra, el whisky, el tequila o el ron, que se suelen tomar de forma combinada con bebidas azucaradas como la cola o la tónica, para rebajar el alcohol.
El alcohol es una sustancia que actúa a nivel cerebral. Sus efectos son distintos en función de la cantidad de bebida y de comida ingerida, el hábito o la frecuencia con la que se consume alcohol o de si se es hombre o mujer. Estos efectos pueden ir desde un estado de euforia y desinhibición hasta falta de coordinación, somnolencia, agresividad o pérdida de conciencia.
Un gramo de alcohol nos aporta alrededor de 7 calorías, de las llamadas calorías vacías. Porque las bebidas alcohólicas, aunque estén normalizadas en la sociedad, no nos aportan beneficios a nivel nutricional, ya que son muy energéticas pero sin aporte destacable de vitaminas ni minerales. Además, deshidratan. Por ejemplo, una lata de cerveza o una copa de vino nos aportan alrededor de 150 o 200 calorías, en función del tipo.
Además, para llegar a obtener el beneficio antioxidante o de mejora circulatoria del que, a lo mejor, hemos oído hablar, tendríamos que tomar bastante más cantidad, con un consumo muy frecuente, que puede acabar siendo perjudicial al tratarse de un producto adictivo que crea dependencia.
En general, el consumo frecuente de alcohol se relaciona con más problemas sociales, laborales y familiares, más accidentes y más riesgo de padecer distintas patologías. La línea para poder recomendar el consumo diario es demasiado fina comparada con los riesgos que puede suponer. Y recordemos que hay muchos alimentos, sobre todo frutas, como las uvas o las manzanas, que nos aportan los supuestos beneficios del alcohol (¡y más todavía!), son muy poco calóricos y sí debemos consumir a diario.