No sólo qué y cómo: también hay que cuidar cuándo se come
En esta nueva vídeo-píldora Saludablemente, la nutricionista Marta Calbo nos habla de la importancia de los horarios en los que comemos.
En general, en España comemos tarde -en relación al resto de Europa- y nos acostamos también más tarde. Esto es debido a los horarios que llevamos, tanto de trabajo como familiares, ya que solemos empezar las actividades más tarde y, pues, acabarlas también más tarde. Una de las razones, evidentemente, es que el clima lo permite.
Pero todo esto repercute, en general, en comidas más tardías, menos descanso y también menos rendimiento. Lo más importante, si nuestro entorno no nos permite cambiar las horas de las comidas, es intentar mantener una regularidad en los horarios: más o menos pronto, pero siempre cerca de la misma hora. Así, el sistema digestivo se puede anticipar a las comidas, optimiza las digestiones y regula de mejor forma el tránsito intestinal. Además, la regularidad nos ayuda a planificar mejor las comidas.
Si hablásemos de horas ideales para comer, aunque no exista un horario perfecto, se suelen recomendar tres hábitos:
1- No alargar el ayuno por la mañana para evitar que el metabolismo quiera ahorrar energía y disminuya el gasto calórico, es decir, terminemos quemando menos calorías. En resumen, se recomienda desayunar, aunque no esté clara la relación entre el desayuno y el riesgo de sobrepeso u obesidad. Se suele recomendar para llevar un control de las comidas y evitar comer de más a lo largo del día, así como evitar que los alimentos ricos en calorías o más grasos nos resulten más atractivos si se deja el estómago vacío durante la mañana. A parte, es el momento del día para ingerir la proporción más alta de carbohidratos porque es cuando hay una mayor tolerancia. En cualquier caso, lo más importante será que el desayuno esté compuesto, siempre, de alimentos saludables.
2- Realizar la comida antes de las 15 horas, si buscamos una pérdida de peso.
3- Cenar unas dos horas antes de acostarse, por ejemplo alrededor de las 20 horas. Es importante porque, a medida que transcurre el día, gastamos menos calorías en digerir alimentos y tenemos menos tolerancia a algunos nutrientes como los hidratos de carbono, con lo que es más fácil que se acumulen en forma de grasa. Este comportamiento puede hacer que, a la larga, generemos sobrepeso u obesidad y que nos sea más difícil saciarnos con las mismas cantidades, por lo que terminaríamos comiendo de más.
Mi consejo es que se intente avanzar las horas de las comidas y las cenas. A veces no es sólo cuestión del qué y cómo se come sino también de cuándo se hace. En lo que se refiere a comida, mirar el reloj es importante.